(textos basados en Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau)
Relato
Valladolid, 30 de marzo de 2020. Una mujer de 37 años, alta y morena, está sentada delante de su ordenador portátil. Espera a que empiece su primera sesión de Impro a solas mientras gira con insistencia un bolígrafo Bic, sin tapa, entre sus dedos. Detrás de la silla donde se sienta hay una terca sucesión de puertas cerradas: su habitación, su casa, su portal, su edificio, su ciudad, su comunidad, su país, el mundo entero. Confinada en esta siniestra matrioshka, la mujer cierra los ojos y espera hasta que el reloj de la cocina marca las 20:00 horas. Es entonces cuando comienzan a aparecer en su pantalla, convertidos en pixel y en verbo, los que siempre habían sido abrazo en tres dimensiones; y la emoción contenida del reencuentro virtual da paso al absoluto compromiso por crear historias juntos, esta vez desde la palabra escrita.
La mujer teclea, hambrienta. Teclea con furia, teclea libre durante horas acompasada por el repicar incesante de sus compañeros. Entre todos crean tantos mundos como pasiones los encarnan y cada vez es más urgente la pulsión de compartirlos y completarlos con el otro.
Termina la clase online y la mujer baja la tapa de su portátil. Se levanta y camina hacia una ventana mal cerrada. El viento se cuela por ella y crea melodías hipnóticas. Se sabe bajo llave de infinitas cerraduras, pero ya no cierra los ojos. Mira hacia delante y dibuja mentalmente las acotaciones que le pide esa escena: “Valladolid, 30 de marzo de 2020. Una mujer de 37 años, alta y morena, está de pie delante de una ventana. Acaba de terminar su primera sesión de Impro a solas y se siente menos sola que nunca. (Fundido a negro)”.

Pasota
Hay una pava pucelana de taintantos, mazo larga y medio mora, que mira al Mac to ennortá, venga a marear un boli. Está al loro porque se estrena con lo de la Impro a solas. La piba no deja de rallarse por el tema de estar todos encerrados en casa y el rollo este de que ni a darse un garbeo se puede ir ya. Pasa de abrir los ojos ni para mirar la hora, pero de vez en cuando pipea la pantalla, no vaya a ser… Y al final asoman el gaznate los compas de siempre, cómo mola, todos desde sus quelis, ahí, to majos.
Se dicen movidas guays por aquí y por allá y ya después empieza lo que viene siendo la clase. Que claro, que ya no pueden estar rollo te saco y nos marcamos una escena molona o una mierda de las buenas, así que la cosa está en darle a la tecla. Y se pasan como mazo tiempo venga a gozársela con historias que no veas. ¿Que uno se lo flipa? Pues va la otra y le da carrete y se lo flipa más. Cada cual con sus pajas mentales, también te digo.
El tiempo pasa volao y a la piba esta le explota la mollera. Se ve que se lo vive todo a topísimo. Cuando termina la clase online clapa el aparato y se queda pillada mirando por la ventana. Se siente de la hostia, o sea, como tranqui y a la vez arribísima. De “a solas”, nasti, que la Impro te conecta mazo con la peña.
Propaganda editorial
Con esta, su XXV edición, Impro a solas se posiciona, sin lugar a dudas, como el buque insignia de la escritura pandémica. Concebida para ser degustada de un solo trago, la novela recoge, en tan solo 50 páginas, la crisis existencial de la expresión artística durante los largos periodos de confinamiento de “Los infelices ’20”. A través de un estilo que estalla las costuras de los corsés y cabalga entre la acción del teatro y la prosa lírica, X se posiciona como narradora omnisciente para contarnos su propia historia de amor con la improvisación teatral. Se consagra así la autora como figura referente para la Generación C-19, cuyos integrantes admiten responder a un impulso retrospectivo emocional al desempolvar Impro a solas de las bibliotecas de sus padres y convertirla en una obra de culto sobre los procesos creativos no presenciales.
Soneto (estilo lorquiano)
Las puertas bajo llave de mil vueltas mi corazón de nácar van ajando no desvela la luna cómo y cuándo se asomará a alumbrar mis noches negras. Más vuela la ilusión por las certezas que fueron antes piel y ahora con rango de avatar virtual vienen creando universos de espejo si los piensan. Ensillo mi caballo, voy ahora a completar tu historia en una playa de rumores de plata, con las olas que verdes atraviesan las pantallas y mojan la verdad de la Impro a solas: se va la soledad por las ventanas.
Texto escrito por Alba Tardón, alumna de ImproValladolid.